Ecología
Perinatal
La Ecología Perinatal abre una reflexión que liga la epigenética
con la gestación, el parto y el nacimiento.
Imagen por Diego Moller
La comprensión de la experiencia no puede separarse
de nuestra manera de entender la corporalidad
ni las relaciones intimas que nos han conformado desde
la gestación, el nacimiento y el primer tiempo de nuestra
vida, ni de la vida cultural e histórica que nos ha rodeado,
ni de la sociedad en que vivimos y las condiciones medio
ambientales que nos envuelven como una placenta
y condicionan nuestra experiencia vital.
Por eso decimos que la Ecología Perinatal es la rama más vital de la ecología.
Desde la epigenética hace mucho que la ciencia revolucionó el conocimiento
al decir que el ambiente humano que rodea a la mujer y al niño durante
la gestación y el primer tiempo de su vida es un factor clave
para su desarrollo y para la selección de los genes que se activarán luego.
La ciencia es abundante
hoy en evidencia.
Se trata de un abordaje
integral transdisciplinar
que va mas allá
de la salud mental.

Este nuevo campo sensible tiene el potencial de mirar el pasado
y abrir un futuro más amplio para el desarrollo de la vida afectiva
y la preservación de los valores de humanidad.
De la mano de nuestro proceso evolutivo como seres humanos en desarrollo,
que viven con otros y despliegan su afectividad, creamos cultura.
Esa es la acción concreta de este nuevo paradigma
que trae la Ecología Perinatal.
Cuidar la niñez
Uno de los grandes desafíos de todos los tiempos es y ha sido cuidar de la niñez. Allí, en ese tiempo de puras potencialidades anidan miles de gemas que en el mejor de los casos podrán ir manifestandose a su ritmo.
Acompañar los tiempos de los niños en su singularidad,cuidando desde antes
de su nacimiento las condiciones para su desarrollo.
Hoy sabemos que la arquitectura del cerebro no depende
solo del potencial genetico sino de las experiencias
vividas en el utero donde se establecen las piedras fundacionales
de la vida en relación con el entorno que nos rodea.
Como gestar salud fue y es el eje que guía mi acompañamiento con los niños
y las personas en su desarrollo. Es una manera que lejos de parecer optimista
da sostén y fertiliza todas las cualidades afectivas con las que cada niño
cuenta en su interior para poder encontrar su original camino de despliegue
en todas las estaciones de su vida y expandir su potencial.
La variable tiempo es clave en este proceso ya que la niñez nos devuelve
un tiempo presente que la vida adulta pierde a cada instante.
Acompañar a nombrar y comprender ese delicado proceso
convierte a la infancia en un laboratorio que requiere máxima atención
para que todo lo que se está creando pueda desarrollarse adecuadamente.
Hay un mundo simbólico en su interior esperando ser descubierto
que tiene su propia lógica y abre lugares impensados.
Tomemos la responsabilidad ineludible de cuidar la niñez y contribuir a
crear un mundo donde estos tesoros sean cultivados y valorados. De
ello depende el derrotero de nuestra humanidad.
Eugenia Camuña
Haptonomía
Perinatal
La aplicación de esta ciencia al inicio de la vida propone un acompañamiento
que permite a los padres y a su hija o hijo establecer una relación afectiva
antes del nacimiento, durante todo el embarazo, el parto y el post parto,
hasta que comienza a caminar.
Propone una especial manera de llevar al niño en brazos
(porteo fue una expresión tomada del francés : “llevar en brazos”)
A través de esta relación afectiva se modifica la vivencia en el regazo materno
(para no hablar de útero) y la actividad de los neurotransmisores y las hormonas.
Las regulaciones del tono muscular,
los tejidos, la tensión arterial, la elasticidad
de los ligamentos, las funciones
biofisiológicas y orgánicas también
son modificadas por la relación afectiva
con la madre y con quien ella crie.

Es una relación que llamamos afectivo confirmante
que por su misma naturaleza es recíproca
y está construida sobre la interacción de los tres.
En el niño graba engramas confirmantes existenciales
que lo acompañarán durante su trayectoria.
La vivencia de bienestar que proporciona – sentirse, vivirse aceptado y bueno-
instaura en el niño un fundamento sólido sobre el que puede basarse su identidad auténtica.
El desarrollo afectivo y la ternura como patrimonio
humano son accesibles a todos.