LO QUE SIGNIFICA COMENZAR

La eterna juventud de la vida

Es lindo dar un primer paso, más lindo todavía es confirmar el primer paso con un segundo. Tantos compromisos son efímeros por ser inconstantes. Lo sabemos, el espíritu está bien dispuesto pero la carne es débil. Sobre todo cuando se trata de confirmar lo que, en apariencia, hemos querido. Como si querer verdaderamente lo que se pretende debería atemorizar. Vladimir Yankelevitch subrayó que la primera vez no comienza hasta que llega la segunda, que viene a confirmar la primera. Es necesario, además, ir más lejos. La primera vez solo empieza de verdad con la certeza que habrá no solo una segunda sino una tercera, y luego una cuarta. Iremos hasta el final. Terminaremos. Eso significa comenzar. Es también lo significa querer. Querer, comenzar, es ser fiel. Ya que querer, es querer de nuevo y comenzar es recomenzar. No hay comienzo, ni voluntad sin una relación a la fidelidad. Luego lo demás sigue. El amor es la más bella ilustración de eso.

Enamorarse está al alcance de todo el mundo. Seguir enamorado es raro. Pide seguir amando lo que se ha amado un día. Es decir, amar de verdad.

¿Quién desea sentirse ligado? Sobre todo, cuando se trata de ligarse a uno mismo. Si no lo logramos, no tendremos luego más que a uno mismo para agarrarse. No es el amor el que crea la fidelidad. Es la fidelidad la que crea el amor. Es además una de las razones por las cuales nos casamos. Para decir “te amo” hay que comenzar por decir “te amaré”. El amor consiste en darle un futuro al amor. Y darle un futuro al amor pasa por el hecho de prometer ser fiel.

Como todo lo que es importante, el amor necesita ser antes amado para poder existir. Necesita un a priori favorable, una confianza, una ausencia de segundos pensamientos. Es la razón por la que pertenece al orden de la fe y de la fidelidad, dos almas fieles son las únicas que pueden amarse.

Con la amistad pasa lo mismo. El amigo es fiel o no es amigo. Quien no ha tenido esa dulce experiencia no ha encontrado la amistad. Recuerden ustedes la felicidad de reencontrar al amigo tal como lo han dejado, porque la amistad está ahí. Intacta a pesar de que el tiempo pasa.

La amistad es la eterna juventud de la vida. Gracias a ella todo sigue siendo tal como ha sido. Todo conserva el gusto de la primera vez, la amistad tiene el arte de confirmar la primera vez que fuimos amigos.

La fidelidad es un arte en el tiempo. Ella sabe atravesarlo conservando la fuerza de una identidad de sentimiento. Ella convierte lo efímero en eternidad. Es al guardián de la juventud del mundo. De su frescura. Y es así por el hecho de seguir amando lo que se ha amado. Amando de esa manera, descubrimos primero el amor en acto. Pero, sobre todo, el interior del amor, descubrimos un secreto.

El tiempo engloba todo porque nada se le escapa. Sin embargo, existe algo más fuerte que él. Se trata del amor fiel. Pongamos el amor ante la prueba del tiempo: cuando continua triunfa sobre el tiempo. El amor entonces ya no está más dentro del tiempo. Es el tiempo el que está dentro del amor.

La vida entra dentro del tiempo, pero el tiempo no puede entrar en la vida, por poco que uno sea fiel. Nietzsche tuvo una profunda intuición de eso cuando hizo del eterno retorno el secreto de la voluntad, y de la voluntad el secreto del tiempo.

“Quiere otra vez lo que has querido una vez, nos dice, y serás feliz. Ya que, si vuelves a desear lo que has deseado una vez, no te someterás más al fardo del tiempo. Ya no será él (el tiempo) quien contendrá tu deseo. Será tu deseo quien contendrá al tiempo”. La repetición es creadora. Es la marca del deseo. Es el deseo quien repite y quien, repitiendo, hace que la vida no sea abandonada a si misma sino querida. Una vida amada.

Todo se da vuelta a partir de ahí. Entremos en la lógica del deseo; cuanto más él se repite, más la vida comienza. Imaginábamos el comienzo detrás nuestro, pero está delante, en el avenir. Seamos fieles a la vida y lo comprenderemos. Y al mismo tiempo comprenderemos al hombre. Este ha sido siempre definido de un modo demasiado abstracto. Por su inteligencia y no por su deseo. Es un error. Sería como definir al hombre no como un vivo sino como un muerto. De hecho, si él es inteligente, no es porque lo sea sino porque desea serlo para poder vivir. En ese sentido, el deseo de vivir es lo más inteligente; si ese deseo se vuelve caduco, la humanidad desaparece.

Hay que ser inteligente, pero también querer serlo e ir deviniendo. En ese sentido, el deseo y el amor son más profundos que la inteligencia.

El hombre es el animal más inteligente cuando es el más amante y el más viviente. Teniendo en él una sorprendente capacidad de desear, tiene una especificidad.

Una definición como esta es singular. Viene a decir que el hombre se distingue de las otras especies siendo la especie más viviente. Bella forma de definir a la humanidad diciendo que el hombre es ese ser que apasiona a la humanidad. Bella forma también de definir el lenguaje, la técnica tanto como la civilización. Nacieron de la pasión y detrás de ellas, de un intenso deseo de existir. Es verdad. ¿El amor no desliga las lenguas? ¿No hace surgir energías transformadoras insospechadas? ¿No inspira a revoluciones sociales y mentales? Spinoza ha nombrado perseverancia a la fuerza del deseo. ¿No es una forma racional de hablar de la fe? ¿Qué es perseverar sino ser fiel a su propia vida afín de hacer subir la energía? ¿Y que es la fidelidad sino la fe en acto?

Las religiones reagrupan a los fieles. Día tras día, ellos se dirigen al templo, a la iglesia, a la mezquita, a la sinagoga, para rezar. Exteriormente la plegaria da la impresión de tener una forma pasiva. La repetición de los ritos y los encantamientos parece una obsesión vacía y embrutecedora. Puede que así sea cuando rito y plegaria son vividos exteriormente. Pero cuando son vividos desde el interior, son la vida misma hecha acto. Se harta uno de repetir el gesto de la vida cuando se ama vivir? Esos gestos no son creaciones en acto? La humanidad nació con los dioses y los ritos, nos recuerdan los antropólogos. Eso no tiene nada de sorprendente. Es viviendo religiosamente la fidelidad que la humanidad la ha vivido prácticamente, descubriendo en ella el secreto que permite hacer subir las energías profundas de la vida. Para liberar esta energía, alcanza con vivir lo que uno vive. Con fidelidad.

Bertrand Vergely
La Foi, ou la nostalgie de l’admirable