Los bebés no son "personas chiquitas", tienen un mundo propio, cuya sutil sensorialidad apenas se conoce en sus aspectos medibles.

Se trata además de un tiempo que da la base a partir de la cual nos construimos.

Sea como haya sido es nuestra historia, la narración de nuestros inicios, nos pertenece y fortalece durante toda la vida.

La vida de los bebés tiene
su propio ecosistema.
Comprenderlo permite cuidarlo mejor
y abrirle nuevas posibilidades.

Hay una inteligencia sensible que cuidar, que revela otra conciencia de lo humano. El cuidado de las madres habla tambien de esa otra conciencia en la sociedad.

La Epigenética

explica en detalle la manera en que
el entorno que alberga las cualidades
nacientes influye en la selección de
las que crecerán y se fortalecerán,
y de las que quedarán apagadas a la
espera de ser descubiertas y llamadas.

La filosofía, la antropología y el pensamiento en general se interesan cada vez más en el entorno que rodea este tiempo de la vida y en las condiciones del surgimiento de sus tesoros potenciales. Es como sintonizarnos en octavas mas altas del sentir.

La ecología perinatal es la rama más vital de la ecología y también la más joven. Trae consigo el conocimiento del cuidado que lo nuevo necesita para crecer: un saber que influye y modifica la manera de mirar el mundo y comprender la vida.

La relación afectiva con la madre y el padre conforman nuestro primer ecosistema .

El nacimiento como paradigma nos permite, también, reimpulsarnos a lo largo de nuestra trayectoria y traer lo nuevo al mundo.

Somos seres de comienzo ...
desde el comienzo!

El inicio de la vida contado a los niños

(Un relato para niños, del libro Cuéntame mi nacimiento, de Catherine Dolto)

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Ilustración de
Nereida Jimenez
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